lunes, 30 de noviembre de 2015



CATEQUESIS N. 3
LAS INDULGENCIAS
JUBILEO DE LA MISERICORDIA



LA SEÑAL DE LA CRUZ
GLORIA AL PADRE…
CANTO: (CANTO SUGERIDO: DONDE HAY CARIDAD Y AMOR)

LA ALEGRIA DE ENCONTRARNOS
 
 
Seguramente hemos oído la palabra “indulgencias”, entendiendo por tal una especie de gracia o favor que se vincula al cumplimiento de una acción piadosa: el rezo de alguna oración, la visita a un santuario o a otro lugar sagrado. También al oír la palabra “indulgencias” vienen a nuestra memoria las disputas entre Lutero y la Iglesia de Roma, y las críticas subsiguientes de los otros reformadores del siglo XVI. Trataremos de explicar con detalle todo esto. ¡Nos daremos cuenta  que gran regalo nos ofrece Dios a través de la Iglesia con las indulgencias! La palabra ¨indulgencia¨ viene del término INDULTO, que significa PERDÓN DE UNA DEUDA O DE UNA CULPA MERECIDA. Cuando pecamos gravemente de manera libre y consciente, además de hacer daño a los otros, te separas de Dios y quedan cerradas las puertas del cielo para ti. ¿Qué es lo que se perdona con la indulgencia? No se perdonan los pecados, ya que el medio ordinario mediante el cual el fiel recibe de Dios el perdón de sus pecados es el sacramento de la penitencia (cf Catecismo, 1486). Pero, según la doctrina católica, el pecado entraña una doble consecuencia: lleva consigo una “pena eterna” y una “pena temporal”.

 ¿Qué es la pena eterna? Es la privación de la comunión con Dios. El que peca mortalmente pierde la amistad con Dios, privándose, si no se arrepiente y acude al sacramento de la penitencia, de la unión con Él para siempre.

El perdón del pecado por el sacramento de la Penitencia entraña la remisión de la pena eterna, pero,  subsiste aún la llamada “pena temporal”. La pena temporal es el sufrimiento que comporta la purificación del desorden introducido en el hombre por el pecado. Esta pena ha de purgarse en esta vida o en la otra (en el purgatorio), para que el fiel cristiano quede libre de los rastros que el pecado ha dejado en su vida.

¿Tiene sentido hablar hoy de las indulgencias? Claro que sí, porque tiene sentido proclamar las maravillas del amor de Dios manifestado en Cristo que acoge a cada hombre, por el ministerio de la Iglesia, para decirle, como le dijo al paralítico: “Tus pecados están perdonados, coge tu camilla y echa a andar”. Él no sólo perdona nuestras culpas, sino que también, a través de su Iglesia, difunde sobre nuestras heridas el bálsamo curativo de sus méritos infinitos y la desbordante caridad de los santos.

HABLEMOS CON DIOS
Jesús, Jesús toma mi corazón: te lo dono. Deseo que eso sea el refugio en que pueda encontrar asilo cuando los pecadores más obstinados, te rechazan y te maldicen. Soy un pobre hijo  tuyo, que le has dado una misión grande a cumplir. Mas Tú, omnipotente y benigno, me ayudas y me perdonas si no llego a cumplir todo lo que deseas de mí. Por eso confío en tu bondad y misericordia infinita y te pido: “Piedad Jesús, piedad de mí y de todo el mundo. Ayuda mi incapacidad y ayuda a todos, ¡Gracias Jesús! Sé que ninguna plegaria eleva el alma en vano y que a cada deseo o invitación tú respondes con generosidad y amor infinito. Sean rendidas mil veces gracias a ti, por todo aquel perdón y aquellos dones de amor que das a todas las criaturas de la tierra para redimirlas y salvarlas. Amén.
CANTO DEL ALELUYA

ESCUCHEMOS LA PALABRA

DEL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN
3, 16-18
Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que cree en Él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. PALABRA DEL SEÑOR

REFLEXIONEMOS LA PALABRA

La máxima expresión del amor que Dios  nos tiene, se llama Jesucristo. Él es la manifestación suprema, la epifanía y la demostración definitiva de que Dios es amor y nos ama. “En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados” (1 Jn 4, 9-10). “Tanto amó Dios al mundo, que le dio a su Hijo único” (Jn 3, 16). “La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros” (Rom 5, 8). Jesús nos revela a Dios en su más genuina identidad, en su verdad más profunda, en su plena autenticidad, que es la misericordia: bondad difusiva, amor que se entrega, fidelidad inquebrantable a sí mismo y a los demás. El gran mensaje de la revelación, que se convierte en Evangelio, es decir, en la Buena Noticia, que encuentra su máxima realización y expresión histórica en Jesucristo.

Ahora, podríamos preguntarnos: ¿Por qué nos ama Dios? Y tendremos que responder que la razón y el porqué de su amor a nosotros no están en nosotros mismos, sino en él. Dios nos ama porque él es el Amor, y es muy digno del amor amar. El amor de Dios no supone, sino que crea en nosotros la bondad y la belleza. Su mirada nos hace buenos y gratos a sus ojos, porque imprime en nosotros la imagen del Hijo de sus complacencias. Por eso, conocer de verdad a Cristo y creer en él, es conocer verdaderamente a Dios y creer en su amor. Y creer de verdad en el amor de Dios, es creer en Cristo. “Nosotros, confiesa Juan, hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él” (1 Jn 4, 16). Toda la vida espiritual cristiana se reduce, en última instancia, a creer de verdad que Dios nos ama, reconociendo agradecidamente y aceptando con temblorosa libertad ese amor.

CELEBREMOS NUESTRA FE

CONDICIONES PARA GANAR LA INDULGENCIA

Para poder beneficiarse de las indulgencias es necesario estar bautizado, no excomulgado y en estado de gracia por lo menos al final de las obras prescritas. Esto es fundamental para no caer en la superstición o pensar que se trata de algo mágico. Para que el sujeto que reúne estas condiciones se beneficie debe tener intención aunque sea general, de ganarlas y de cumplir las obras prescritas dentro del tiempo establecido y en la forma debida.
Con el sacramento de la CONFESIÓN, recibes el perdón de Dios y recuperas la unión con El. Este perdón, Dios te lo da gratis y supone que tendrás un cambio real en tu vida. Al confesarte se supone también que estás dispuesto a ¨reparar¨ o componer aquello que has descompuesto con tu pecado. Como esto muchas veces no es posible, pues es difícil reparar el daño cometido, entonces el pecado aunque ya esté perdonado en la confesión, te deja como una mancha, que tendrás que limpiar en esta vida con obras buenas o en el Purgatorio, para poder entrar totalmente limpio al cielo. Para entender esto mejor, podemos usar un ejemplo muy sencillo: el pecado es como un clavo que penetra en la madera. La confesión saca el clavo, pero deja un agujerito en la madera. La indulgencia es como el resanador que tapa el agujero y deja la madera como nueva.
Esto significa que si recibes la INDULGENCIA PLENARIA (perdón de todas tus culpas) estarás como recién bautizado, con el alma totalmente limpia de culpa. Si mueres acabando de recibir la indulgencia plenaria, te irás al cielo directo sin hacer escala en el Purgatorio.  A partir de la indulgencia todas las manchas que tenía tu alma desaparecerán. ¡Borrón y cuenta nueva! Es muy importante reflexionar: esto solo es posible porque la MISERICORDIA de Dios es infinita y porque su AMOR hacia ti también es infinito y no porque tú te lo ganes por tus méritos.
¿CÓMO GANAR UNA INDULGENCIA PLENARIA? Para ganar una indulgencia plenaria, debes siempre cumplir  los TRES REQUISITOS siguientes
1. La Confesión.  Hacer una confesión profunda.  La confesión puede hacerse el mismo día que se quiere ganar la indulgencia o haberla  hecho recientemente.
2. La Comunión. Esta debe llevarse a cabo el mismo día en que quiera ganarse la indulgencia.
3. La oración por las intenciones del Papa. Debes rezar un Padre Nuestro, una Ave María y un Gloria, y ofrecerlas por las intenciones del Papa por último, se reza la oración del jubileo de la Misericordia.
El papa Francisco en su carta, con la que concede la indulgencia con ocasión del jubileo extraordinario de la misericordia nos ofrece otros medios para ganar la indulgencia, medios o lugares que debemos tener en cuenta.[1]  
1) Los fieles “están llamados a realizar una breve peregrinación hacia la Puerta Santa, abierta en cada catedral o en las iglesias establecidas por el obispo diocesano y en las cuatro basílicas papales en Roma, como signo del deseo profundo de auténtica conversión”.
2) “Igualmente dispongo que se pueda ganar la indulgencia en los santuarios donde se abra la Puerta de la Misericordia y en las iglesias que tradicionalmente se identifican como Jubilares. Es importante que este momento esté unido, ante todo, al Sacramento de la Reconciliación y a la celebración de la Santa Eucaristía con un reflexión sobre la misericordia”
3) El Papa señala que cada vez que un fiel realice personalmente una o más las obras de misericordia corporales y espirituales “obtendrá ciertamente la indulgencia jubilar”.
4) Sobre los enfermos y los ancianos que no pueden salir de casa, el Pontífice afirma que para ellos “será de gran ayuda vivir la enfermedad y el sufrimiento como experiencia de cercanía al Señor que en el misterio de su pasión, muerte y resurrección indica la vía maestra para dar sentido al dolor y a la soledad”. “Vivir con fe y gozosa esperanza este momento de prueba, recibiendo la comunión o participando en la Santa Misa y en la oración comunitaria, también a través de los diversos medios de comunicación, será para ellos el modo de obtener la indulgencia jubilar”.
5) Sobre los presos, el Papa explica que “en las capillas de las cárceles podrán ganar la indulgencia, y cada vez que atraviesen la puerta de su celda, dirigiendo su pensamiento y la oración al Padre, pueda este gesto ser para ellos el paso de la Puerta Santa, porque la misericordia de Dios, capaz de convertir los corazones, es también capaz de convertir las rejas en experiencia de libertad”.
6) Indulgencia para los difuntos: “De igual modo que los recordamos en la celebración eucarística, también podemos, en el gran misterio de la comunión de los santos, rezar por ellos para que el rostro misericordioso del Padre los libere de todo residuo de culpa y pueda abrazarlos en la bienaventuranza que no tiene fin”.

COMPARTIMOS

 

Para ganar la indulgencia en el año de la Misericordia,  recuerda lo siguiente: La indulgencia es extra-sacramental (no es un sacramento). Requiere haber recibido el sacramento de confesión. La indulgencia no puede remover la culpa sino solo la pena. La culpa es removida al hacer una buena confesión. Ningún Papa ni concilio ha concedido a las indulgencias el poder de remitir la culpa, lo cual pertenece a la confesión sacramental. La indulgencia plenaria solo puede ser adquirida una vez en el transcurso del día. Aunque la comunión y la oración por el santo Padre son requeridas en el mismo día en que se ejecuta la obra o la oración, la confesión puede ser hecha 8 días antes o después. La indulgencia puede ser aplicada  por una persona difunta.

CANTO: (CANTO SUGERIDO: AMEMONOS DE CORAZÓN)
PADRE NUESTRO… AVE MARIA… GLORIA…
ORACION DEL JUBILEO DE LA MISERICORDIA
ABRAZO DE PAZ
SEÑAL DE LA CRUZ
CANTO MARIANO



[1] Carta del Santo Padre Francisco con la que se concede la indulgencia, con ocasión del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, Vaticano, 1 de septiembre de 2015.




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