CATEQUESIS
N. 3
LAS INDULGENCIAS
JUBILEO DE LA MISERICORDIA
LA SEÑAL DE LA
CRUZ
GLORIA AL PADRE…
CANTO: (CANTO SUGERIDO: DONDE HAY CARIDAD Y AMOR)
LA ALEGRIA DE
ENCONTRARNOS
Seguramente
hemos oído la palabra “indulgencias”, entendiendo por tal una especie de gracia
o favor que se vincula al cumplimiento de una acción piadosa: el rezo de alguna
oración, la visita a un santuario o a otro lugar sagrado. También al oír la
palabra “indulgencias” vienen a nuestra memoria las disputas entre Lutero y la
Iglesia de Roma, y las críticas subsiguientes de los otros reformadores del
siglo XVI. Trataremos de explicar con detalle todo esto. ¡Nos daremos
cuenta que gran regalo nos ofrece Dios a
través de la Iglesia con las indulgencias! La palabra ¨indulgencia¨ viene del término INDULTO,
que significa PERDÓN DE UNA DEUDA O DE UNA CULPA MERECIDA. Cuando
pecamos gravemente de manera libre y consciente, además de hacer daño a los
otros, te separas de Dios y quedan cerradas las puertas del cielo para ti. ¿Qué
es lo que se perdona con la indulgencia? No se perdonan los pecados, ya que el
medio ordinario mediante el cual el fiel recibe de Dios el perdón de sus
pecados es el sacramento de la penitencia (cf Catecismo, 1486). Pero, según la
doctrina católica, el pecado entraña una doble consecuencia: lleva consigo una
“pena eterna” y una “pena temporal”.
¿Qué es la pena eterna? Es la privación
de la comunión con Dios. El que peca mortalmente pierde la amistad con Dios,
privándose, si no se arrepiente y acude al sacramento de la penitencia, de la
unión con Él para siempre.
El
perdón del pecado por el sacramento de la Penitencia entraña la remisión de la
pena eterna, pero, subsiste aún la llamada
“pena temporal”. La pena temporal es el sufrimiento que comporta la
purificación del desorden introducido en el hombre por el pecado. Esta pena ha
de purgarse en esta vida o en la otra (en el purgatorio), para que el fiel
cristiano quede libre de los rastros que el pecado ha dejado en su vida.
¿Tiene sentido
hablar hoy de las indulgencias? Claro que sí, porque tiene sentido
proclamar las maravillas del amor de Dios manifestado en Cristo que acoge a
cada hombre, por el ministerio de la Iglesia, para decirle, como le dijo al
paralítico: “Tus pecados están perdonados, coge tu camilla y echa a andar”. Él
no sólo perdona nuestras culpas, sino que también, a través de su Iglesia,
difunde sobre nuestras heridas el bálsamo curativo de sus méritos infinitos y la
desbordante caridad de los santos.
HABLEMOS CON DIOS
Jesús, Jesús toma mi corazón: te lo dono. Deseo que eso sea el refugio en
que pueda encontrar asilo cuando los pecadores más obstinados, te rechazan y te
maldicen. Soy un pobre hijo tuyo, que le
has dado una misión grande a cumplir. Mas Tú, omnipotente y benigno, me ayudas
y me perdonas si no llego a cumplir todo lo que deseas de mí. Por eso confío en
tu bondad y misericordia infinita y te pido: “Piedad Jesús, piedad de mí y de
todo el mundo. Ayuda mi incapacidad y ayuda a todos, ¡Gracias
Jesús! Sé que ninguna plegaria eleva el alma en vano y que a cada deseo o
invitación tú respondes con generosidad y amor infinito. Sean rendidas mil
veces gracias a ti, por todo aquel perdón y aquellos dones de amor que das a
todas las criaturas de la tierra para redimirlas y salvarlas. Amén.
CANTO DEL
ALELUYA
ESCUCHEMOS LA
PALABRA
DEL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN
3, 16-18
Porque tanto amó Dios al mundo
que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que
tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al
mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que cree en Él, no es
juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre
del Hijo único de Dios. PALABRA DEL SEÑOR
REFLEXIONEMOS LA PALABRA
La
máxima expresión del amor que Dios nos
tiene, se llama Jesucristo. Él es la manifestación suprema, la epifanía y la
demostración definitiva de que Dios es amor y nos ama. “En esto se manifestó el
amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que
vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos
amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación
por nuestros pecados” (1 Jn 4, 9-10). “Tanto amó Dios al mundo, que le dio a su
Hijo único” (Jn 3, 16). “La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo
nosotros todavía pecadores, murió por nosotros” (Rom 5, 8). Jesús nos revela a
Dios en su más genuina identidad, en su verdad más profunda, en su plena
autenticidad, que es la misericordia: bondad difusiva, amor que se entrega,
fidelidad inquebrantable a sí mismo y a los demás. El gran mensaje de la
revelación, que se convierte en Evangelio, es decir, en la Buena Noticia, que
encuentra su máxima realización y expresión histórica en Jesucristo.
Ahora,
podríamos preguntarnos: ¿Por qué nos ama Dios? Y tendremos que responder que la
razón y el porqué de su amor a nosotros no están en nosotros mismos, sino en
él. Dios nos ama porque él es el Amor, y es muy digno del amor amar. El amor de
Dios no supone, sino que crea en nosotros la bondad y la belleza. Su mirada nos
hace buenos y gratos a sus ojos, porque imprime en nosotros la imagen del Hijo
de sus complacencias. Por eso, conocer de verdad a Cristo y creer en él, es
conocer verdaderamente a Dios y creer en su amor. Y creer de verdad en el amor
de Dios, es creer en Cristo. “Nosotros, confiesa Juan, hemos conocido el amor
que Dios nos tiene y hemos creído en él” (1 Jn 4, 16). Toda la vida espiritual
cristiana se reduce, en última instancia, a creer de verdad que Dios nos ama,
reconociendo agradecidamente y aceptando con temblorosa libertad ese amor.
CELEBREMOS NUESTRA FE
CONDICIONES PARA
GANAR LA INDULGENCIA
Para
poder beneficiarse de las indulgencias es necesario estar bautizado, no
excomulgado y en estado de gracia por lo menos al final de las obras prescritas.
Esto es fundamental para no caer en la superstición o pensar que se trata de
algo mágico. Para que el sujeto que reúne estas condiciones se beneficie debe
tener intención aunque sea general, de ganarlas y de cumplir las obras
prescritas dentro del tiempo establecido y en la forma debida.
Con el
sacramento de la CONFESIÓN, recibes el perdón de Dios y recuperas la
unión con El. Este perdón, Dios te lo da gratis y supone que tendrás un cambio
real en tu vida. Al confesarte se supone también que estás dispuesto a
¨reparar¨ o componer aquello que has descompuesto con tu pecado. Como esto
muchas veces no es posible, pues es difícil reparar el daño cometido, entonces
el pecado aunque ya esté perdonado en la confesión, te deja como una mancha,
que tendrás que limpiar en esta vida con obras buenas o en el Purgatorio, para
poder entrar totalmente limpio al cielo. Para entender esto mejor, podemos usar
un ejemplo muy sencillo: el pecado es como un clavo que penetra en la madera.
La confesión saca el clavo, pero deja un agujerito en la madera. La indulgencia
es como el resanador que tapa el agujero y deja la madera como nueva.
Esto significa que si recibes la INDULGENCIA
PLENARIA (perdón de todas tus culpas) estarás como recién
bautizado, con el alma totalmente limpia de culpa. Si mueres acabando de
recibir la indulgencia plenaria, te irás al cielo directo sin hacer escala en
el Purgatorio. A partir de la
indulgencia todas las manchas que tenía tu alma desaparecerán. ¡Borrón y cuenta
nueva! Es muy importante reflexionar: esto solo es posible porque la
MISERICORDIA de Dios es infinita y porque su AMOR hacia ti también es infinito
y no porque tú te lo ganes por tus méritos.
¿CÓMO GANAR UNA
INDULGENCIA PLENARIA? Para ganar una indulgencia plenaria, debes siempre cumplir los TRES REQUISITOS siguientes
1. La
Confesión. Hacer una confesión profunda. La confesión puede hacerse el mismo día que
se quiere ganar la indulgencia o haberla
hecho recientemente.
2. La Comunión. Esta debe llevarse a cabo el mismo día en que
quiera ganarse la indulgencia.
3. La oración por las intenciones del Papa. Debes rezar un Padre Nuestro,
una Ave María y un Gloria, y ofrecerlas por las intenciones del Papa por
último, se reza la oración del jubileo de la Misericordia.
El papa Francisco
en su carta, con la que concede la indulgencia con ocasión del jubileo
extraordinario de la misericordia nos ofrece otros medios para ganar la
indulgencia, medios o lugares que debemos tener en cuenta.[1]
1) Los fieles “están llamados a
realizar una breve peregrinación hacia la Puerta Santa, abierta en cada
catedral o en las iglesias establecidas por el obispo diocesano y en las cuatro
basílicas papales en Roma, como signo del deseo profundo de auténtica conversión”.
2) “Igualmente dispongo que se
pueda ganar la indulgencia en los santuarios donde se abra la Puerta de la
Misericordia y en las iglesias que tradicionalmente se identifican como
Jubilares. Es importante que este momento esté unido, ante todo, al Sacramento
de la Reconciliación y a la celebración de la Santa Eucaristía con un reflexión
sobre la misericordia”
3) El Papa señala que cada vez que
un fiel realice personalmente una o más las obras
de misericordia
corporales y espirituales “obtendrá ciertamente la indulgencia jubilar”.
4) Sobre los enfermos
y los ancianos que
no pueden salir de casa, el Pontífice afirma que para ellos “será de gran ayuda
vivir la enfermedad y el sufrimiento como experiencia de cercanía al Señor que
en el misterio de su pasión, muerte y resurrección indica la vía maestra para
dar sentido al dolor y a la soledad”. “Vivir con fe y gozosa esperanza este momento
de prueba, recibiendo la comunión o participando en la Santa Misa y en la
oración comunitaria, también a través de los diversos medios de comunicación,
será para ellos el modo de obtener la indulgencia jubilar”.
5) Sobre los presos, el Papa explica que “en las
capillas de las cárceles podrán ganar la indulgencia, y cada vez que atraviesen
la puerta de su celda, dirigiendo su pensamiento y la oración al Padre, pueda
este gesto ser para ellos el paso de la Puerta Santa, porque la misericordia de
Dios, capaz de convertir los corazones, es también capaz de convertir las rejas
en experiencia de libertad”.
6) Indulgencia para los difuntos: “De igual modo que los
recordamos en la celebración eucarística, también podemos, en el gran misterio
de la comunión de los santos, rezar por ellos para que el rostro misericordioso
del Padre los libere de todo residuo de culpa y pueda abrazarlos en la
bienaventuranza que no tiene fin”.
COMPARTIMOS
Para ganar la
indulgencia en el año de la Misericordia,
recuerda lo siguiente: La indulgencia es extra-sacramental (no es un
sacramento). Requiere haber recibido el sacramento de confesión. La indulgencia no puede remover la culpa
sino solo la pena. La culpa es removida al hacer una buena confesión. Ningún Papa ni
concilio ha concedido a las indulgencias el poder de remitir la culpa, lo cual
pertenece a la confesión sacramental. La
indulgencia plenaria solo puede ser adquirida una vez en el transcurso del día. Aunque la comunión y la oración por el santo Padre son
requeridas en el mismo día en que se ejecuta la obra o la oración, la confesión
puede ser hecha 8 días antes o después. La indulgencia puede ser aplicada por una persona difunta.
CANTO: (CANTO SUGERIDO: AMEMONOS DE CORAZÓN)
PADRE NUESTRO… AVE MARIA… GLORIA…
ORACION DEL JUBILEO DE LA MISERICORDIA
ABRAZO DE PAZ
SEÑAL DE LA CRUZ
CANTO MARIANO
[1] Carta del Santo Padre Francisco con la que se
concede la indulgencia, con ocasión del Jubileo Extraordinario de la
Misericordia, Vaticano, 1 de
septiembre de 2015.
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