martes, 27 de julio de 2010

BIENAVENTURANZAS DEL MISIONERO


Bienaventurado el Misionero que vive enamorado de Cristo, que se fía de Él como de lo más necesario y absoluto, porque no quedará desilusionado.

Bienaventurado el Misionero que mantiene su ideal y su ilusión por el Reino y no pierde el tiempo en cosas accidentales, porque Dios acompaña a los que siguen su ritmo.

Bienaventurado el Misionero que sabe compartir y, lo que es y posee, lo gasta en servicio de sus hermanos, porque Cristo será toda su riqueza.

Bienaventurado el Misionero que se sabe necesario donde la Iglesia lo reclame, pero que en ningún lado se siente indispensable, porque experimentará el gozo del deber cumplido.

Bienaventurado el Misionero que sabe poner su oído en el corazón de Dios para escuchar sus deseos, porque el Espíritu lo ayudará a discernir los acontecimientos.

Bienaventurado el Misionero que no se enorgullece de sus éxitos y reconoce que el Espíritu hace todo en todos, porque se verá libre de ataduras.

Bienaventurado el Misionero que siempre tiene un tiempo para contemplar a Dios, a los hombres y al mundo, porque habrá entendido el valor de ser hijo, hermano y señor.

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