MAÑANA 16 DE JULIO, CELEBRAREMOS LA MEMORIA LITURGICA DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN, EN EL CONTEXTO DE ESTA FIESTA MARIANA, COMPARTO CON USTEDES, UNA REFLEXION SOBRE LA VIRGEN MARIA, QUE ESCRIBIO EN SUS AÑOS DE SEMINARISTA NUESTRO PRIMER OBISPO MONSEÑOR JULIO AMILCAR.
"Esa vida que se debe identificar con la de Cristo, ¿quién la podría cuidar mejor, que La que cuidó la del mismo Cristo? ¿quién podrá conducir nuestra vida por los caminos de la virtud y sabiduría, si no La que convivió toda su vida con Él, que era la Virtud y la Sabiduría misma? ¿Quién nos cobijará bajo su manto en nuestras horas de tormento y dolor, si no La que cobijó al Dolor mismo ya desde el primer instante de su nacimiento?
¿Quién ha de llevarnos por fin a aquel que es Gloria Eterna, si no María, que le llevó en sus entrañas; y a nosotros nos lleva en su corazón?
Todo seminarista, desde el primer al postrer de esta vida de identificación con Cristo, se da cuenta que no está solo, que tiene una Madre a quien acudir en todo momento y a cada instante.
¿Qué alegría no inundará nuestros corazones al llegar el mes mariano por excelencia? Pues, si la naturaleza toda se viste con su ropaje de gala para contribuir, así también ella, de una manera relevante a elevar nuestros juveniles corazones hacia esas inmensidades etéreas, desde donde nos bajan, momento a momento, el caudal grandioso de gracia, de las manos del Todopoderoso por intercesión de Nuestra Madre María. Si esto sucede durante todos los días, ¿qué no nos concederá durante este mes de Mayo?, si es el propio Suyo, y en el que se ha mostrado más pródiga con el mundo entero, llegando su amor hasta tal punto que, no hace muchos años y precisamente en Su mes, bajó a esta tierra, en el pequeño vallecito de Fátima
Por Ella es que, con paso seguro y firme, andamos día a día, el Camino del Señor, pues tenemos a Nuestra Madre amorosa que ciertamente en ningún momento nos desamparará. Y en este mes de Mayo, nuestros corazones no encuentran palabras para alabar, bendecir, amar, agradecer a tan Excelsa Madre, contentándonos con ofrecer sobretodo las flores más preciadas de nuestros propios vencimientos.
Así vamos caldeando nuestro amor a María, y en todo este Mayo es cuando podemos ver si en realidad, hemos conocido los quilates de ese amor, procurando que nuestra vida sea un Mayo perpetuo"
Julio Amílcar Bethancourt Fioravanti
San Salvador, 21 de Mayo de 1956
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